El omega-3 en la etapa infantil

El omega-3 en la etapa infantil

El ácido omega-3 está presente en multitud de alimentos por sus beneficios pero ¿qué es y qué beneficios tiene en la etapa infantil?

A lo largo de los años se ha querido ver desde la perspectiva nutricional y sobre todo desde la suplementación dietética, un suplemento milagroso que sea capaz de abarcar una serie de beneficios fundamentales para el organismo a cualquier edad. Por su puesto que el marketing y la publicidad de las empresas del fitness han hecho todo lo posible y siguen haciendo para buscar ese suplemento estrella que cumpla todos esos requisitos.

El omega-3 en la etapa infantil - Facebook

Verdaderamente es difícil que una sustancia incorpore tantos beneficios con tantos objetivos tan dispares, mejoras en la salud, en las funciones cerebrales, en el rendimiento deportivo y en la composición corporal… ¿se puede decir que el omega-3 es un suplemento estrella?

Los ácidos grasos se dividen en ácidos grasos saturados y ácidos grasos insaturados. Y los insaturados a su vez se ramificarían en mono insaturados y poli insaturados.

Los monoinsaturados y poliinsaturados, “dependiendo de la posición del doble enlace contabilizando desde el carbono extremo al grupo funcional carboxílico, los AGMI y los AGPI pueden clasificarse en tres series principales: ácidos grasos omega-9 (primer doble enlace en el carbono 9), ácidos grasos omega-6 (primer doble enlace en el carbono 6) y ácidos grasos omega-3 (primer doble enlace en el carbono 3)”, Valenzuela A y Nieto S (2003).

Clasificación de los ácidos grasos insaturados omega 3

Figura 1. Clasificación de ácidos grasos insaturados

Concretamente los ácidos grasos omega 3, pueden ser de varios tipos:

Clasificación de omega-3

Figura 2: Clasificación de omega-3

Y más específicamente debemos destacar, tres de ellos, ALA, EPA y DHA, por todos los beneficios que aportan a la salud, siendo importantísimos en la prevención de enfermedades, Castro González M (2002).

El EPA, estaría directamente relacionado con la prevención y protección del sistema cardiovascular (7), mientras que el DHA, favorecería el correcto funcionamiento y formación del sistema nervioso (11), muy útil para los procesos de aprendizaje y formación.

Pero vamos a tratar de dar un poco de luz a su influencia en las primeras etapas de la vida.

COMPLEMENTO NUTRICIONAL OMEGA-3 EN LA ETAPA INFANTIL

El aporte adecuado de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga Omega-3, es esencial para las funciones del cerebro, pero cada etapa infantil tiene sus peculiaridades en función de la fase de crecimiento cerebral en la que nos encontremos.

En el presente artículo vamos a hacer un tratamiento de cada una de estas fases haciendo hincapié en aquel periodo donde mayor influencia podemos tener los profesionales de la actividad física, siendo a su vez la etapa fundamental para alcanzar patrones motrices eficaces y adquirir cadenas de movimiento óptimas, es decir, la etapa reina de la coordinación motriz, nos referimos al periodo escolar comprendido entre los 6-12 años.

EL PERIODO PRENATAL

El periodo prenatal es una de las etapas más importantes en el desarrollo del cerebro humano, ya que es cuando se forman las neuronas.

Tan sólo 30 días después de ser fecundado, el feto ya presenta tres pequeños bultos que son el cerebro y la médula espinal. Las neuronas se forman inicialmente en el tubo neural del feto y después se van repartiendo para ir formando las partes más importantes del cerebro. Una vez que ya están colocadas, comienzan a especializarse en las distintas funciones cerebrales.

La mayoría de las células cerebrales (neuronas) surgen entre el cuarto y el séptimo mes de gestación. Estas neuronas se van interconectando entre sí durante el embarazo a toda velocidad, hasta el punto de que un recién nacido ya tiene más de un trillón de conexiones en el cerebro.

El responsable de tan trepidante ritmo de crecimiento del cerebro del feto es la mielinización. La mielina es una cubierta aislante formada de grasa que mejora la transferencia de los mensajes entre las neuronas y el DHA (ácido docosahexaenoico) del OMEGA-3 tiene una implicación directa en su correcto funcionamiento como ya nos indica Philippe Guesnet , Prity Pugo-Gunsam y el resto de su equipo de investigación en 1999.

Haciendo referencia a esta etapa, el catedrático de la Universidad de Granada Ángel Gil (2014)nos asegura que «Es durante el tercer trimestre de gestación cuando los requerimientos fetales son muy altos debido al crecimiento del tejido nervioso y al desarrollo y diferenciación de las neuronas es la etapa de mayor demanda de ácidos Grasos omega – 3”.

El gráfico siguiente muestra una simulación del crecimiento del cerebro durante el embarazo:

competencias e implicaciones educativas omega-3

Fuente: Cerebro y aprendizaje: competencias e implicaciones educativas. Autor: Eric Jensen. Ed. Narcea, 2004.

Siendo rigurosos en este apartado, tenemos que considerar opiniones contrarias a este efecto beneficioso de OMEGA-3 a raíz de que uno de los fabricantes de vitaminas prenatales ha añadido estos ácidos grasos (omega-3) y nos afirma que ayudan a apoyar la salud cognitiva fetal y la función cerebral., cuestionándolo la Doctora Canadiense Koren G. (2015) nos asegura que a largo plazo no hay evidencias científicas de estos beneficios.

PERIODO DE LACTANCIA

Estos ácidos grasos esenciales, el bebé lactante los obtiene directamente de la leche materna, si la madre tiene una dieta saludable y con un aporte adecuado de estos ácidos (DHA Y EPA) componentes del OMEGA-3, el bebé obtendrá el aporte necesario para su correcto desarrollo.

En referencia a esta dieta materna, con un consumo de suplementos con 1200 mg de DHA y 800 de EPA está asociado a unas puntuaciones superiores en los tests de inteligencia infantiles estandarizados como se demuestra en los estudios de Emily Oken y al. (2005).

Siguiendo con la dieta de la madre, Hibbeln JR (2007) nos insiste en que una ingesta inadecuada de pescado por las madres, por debajo de 340 mg/sem, se asocia a niños situados en un escalónl inferior en inteligencia verbal, en comportamiento sociales, en movimientos motores y coordinación dinámica general .

PERIODO PRE-ESCOLARIZACIÓN (1-6 años)

Durante los primeros años de vida las neuronas se mielinizan y van estableciendo conexiones entre ellas mediante el proceso denominado sinapsis, por ello se considera que el cerebro tiene la máxima plasticidad hasta los tres años de edad, hasta el punto de que algunas regiones cerebrales podrían llegar a realizar la función de otras, si estas últimas estuvieran dañadas.

Son precisamente en estos primeros años de vida donde se terminan de desarrollar diferentes órganos y donde la dieta adecuada de omega-3 se hace imprescindible para completar el proceso de manera satisfactoria, no podemos olvidar que a los 6 años de vida el cerebro está al 90% de su capacidad es la etapa para desarrollar la capacidad intelectual de los niños y protegen la buena salud mental, favorecer el aprendizaje, mejorar la memoria, la vista, la concentración, y las capacidades motrices.

ETAPA ESCOLAR (6-12 AÑOS)

En esta etapa con el desarrollo del sistema nervioso y los factores neuro-sensoriales de la coordinación prácticamente al 100% de su capacidad, es la etapa ideal para la adquisición de experiencias motrices.

En este periodo los Omega-3 incrementan la fluidez de las membranas neuronales y actúan como segundos mensajeros en los sistemas de neurotransmisión, además de contribuir en muchos otros aspectos de la función neuronal como queda reflejado por Banafsheh Mirnikjoo y Sarah E. Brown (2001).

Las mejoras en otros campos cognitivos con relación directa con el sistema nervioso central gracias a una ingesta adecuada de DHA parecen claros, así se atestigua en el estudio realizado a niños de entre 7 y 9 años sanos con retraso su nivel de lecto-escritura (Richardson A, Burton J, Sewell R, Spreckelsen T, Montgomery P. 2012).

Por lo tanto si aceptamos que la coordinación es según Álvarez del Villar (recogido por Contreras, 1998): la capacidad neuromuscular de ajustar con precisión lo querido y pensado de acuerdo con la imagen fijada por la inteligencia motriz a la necesidad del movimiento. Parece haber evidencias de que una ingesta de OMEGA-3 en dosis adecuada puede suponer una mejor respuesta en la coordinación motora y utilizamos tantos condicionantes porque hasta la fecha las evidencias claras solo se han obtenido con ratones, aunque son los propios autores del último estudio a día de hoy sobre este tema los que indican que puede ser extensible a niños de esta etapa escolar (Janssen CI, Zerbi V y al. 2015). Llegar a demostrar con altas dosis de seguridad estos aspectos en infantes de estas edades se hace prácticamente imposible ante la dificultad que conlleva conseguir una muestra adecuada de niños a los que se les suprima la ingesta de estos alimentos.

Sobre lo que si hemos encontrado estudios detallados es de dietas de niños (Voortman T, Kiefte-de Jong JC y colaboradores 2015), donde se puntúa positivamente la ingesta de ácidos grasos y negativamente las tomas de azúcares, los resultados obtenidos son positivos y comparados con actividades conscientes de vida sana como el uso de suplementos de ácido fólico durante el embarazo, no fumar durante el embarazo o producen tanto beneficio como la disminución de horas frente al televisor a cambio de actividades físicas o lúdicas.

Apartándonos del plano motor y de nuevo basándonos en evidencias científicas citando a Denis, I. (2013), Los ácidos omega-3 contribuyen sustancialmente a la mejora de uno de los problemas más actuales de los niños de estas edades en el mundo occidental, el stress infantil. Y se han posicionado como tratamiento alternativo a ciertas alteraciones de la conducta (TDAH) para aquellos familiares que no son partidarios del uso es fármacos en estos casos como nos indican (Bloch MH, Qawasmi A. 2011). Pero no solamente reportan beneficios al que ingiere los ácidos omega – 3, este cambio de carácter en los individuos producen beneficios en los padres o familiares encargados de su cuidado, aspecto que no debemos desechar y que queda recogido en un reciente estudio (Raine A, 2015).

Por Joaquin Morente